martes, 30 de diciembre de 2014

2014 letra a letra

Por muy descuidado que tenga el blog, las tradiciones son las tradiciones. Con la lista ya terminada, y haciendo un pequeño repaso, me doy cuenta de que la primera parte del año ha sido la continuación del horror de 2014. Lo bueno es que el cambio por fin ha llegado, y no podría haber sido en un momento mejor.

Vamos a ello:

A: autoestima. Es algo que precisamente nunca me ha sobrado pero el cambio de trabajo le ha venido bien para engordar un poquito, que la pobre se había quedado muy pequeñita.

B: bodas. Sí, amigos, hemos llegado a esa edad en la que las bodas empiezan a acumularse. En 2014 sólo han sido los anuncios, las bodas se celebran en 2015. Tres en concreto, y del mismo grupo de amigas, para no poder repetir vestido. ¿Alguna interesada en intercambiar ropa que tenga mi talla?

C: carreras. Tampoco es que me mate, pero de no verle la gracia a estas cosas a apuntarme a tres carreras este año (dos de obstáculos), va un trecho. Ya sabes cómo son estas cosas: te apuntas a la San Silvestre con una amiga y al final acabas revolcándote por el barro y subiendo alpacas de paja de 3,5 metros. ¿Y todo esto por qué? Eso mismo preguntó mi profesor de inglés del curro (creo que debería explicar en alguna letra el origen de las clases de inglés del curro) un día que todo el mundo llegó tarde y parecía que aquello iba a ser una clase particular. Respuesta: porque necesitaba saber que puedo (creo que también debería explicar en algún momento cómo llegué a aquello).

D: delgada. Sí, ya sé que lo he negado y he intentado escaquearme cada vez que alguien me lo decía, porque no ha sido voluntariamente ni considero que me sobrara nada. Si alguien quiere regalarme un cinturón por reyes, bienvenido sea.

E: esfuerzo. ¿Crees que el esfuerzo no vale para nada? Pues cambia de trabajo. Y lo digo totalmente en serio.

F: familia. ¿Sabes eso que dicen de que cuando te vas de casa te llevas mejor con tus padres? Pues es cierto. En cuanto terminan los chantajes emocionales, "dónde vas a estar mejor que en casa", "pues no sé cómo te has ido tan lejos", "¿pero cómo no vas a venir a comer este fin de semana?", "¿esto te lo vas a llevar o lo tiro a la basura?", "¿pero qué tienes que hacer en tu casa?" y esas cosas, luego ya todo va bien. Aunque eso no quita que un día llames a tu madre por teléfono y te caiga una bronca sin saber de dónde viene.

G: gimnasio. Un poquito menos desde septiembre, porque ahora tengo la piscina, pero si no fuera nunca hubiera empezado con las carreras de obstáculos.

H: hierros. Se acabaron los sufrimientos, que te miren mal en el trabajo por tener que ir a revisión de ortodoncia todos los meses y que el aparato se quede más comida que yo (a lo mejor perdí peso por eso...). Ahora sólo tengo que llevar un plástico durante un montón de horas y acordarme de pedir cita al dentista cada tres meses.

I: idiomas. A excepción de las clases de inglés que nos dan en el trabajo, ha sido mi asignatura pendiente en 2014. A ver si en 2015 puedo dedicarle algo de tiempo al alemán, que cuesta mucho aprenderlo y se olvida muy rápido.

J: junio. Ese mes hice una entrevista de trabajo, conseguí un nuevo trabajo y me fui de viaje al culo del mundo. No está mal. ¿verdad?

K (contiene la): friki. Bueno, esto no es una novedad de 2014, pero este año me he dado cuenta de que soy el consultorio de mis amigos sobre series y dónde encontrar contenidos digitales de dudosa legalidad.

L: lúpulo. 2014 ha sido el año de la cerveza. No es mi culpa: el médico me dijo que podía seguir bebiéndola pese a estar tomando drogas (con receta) y hay una cervecería estupenda a unos minutos de mi casa.

M: metro. Hay cosas que nunca cambian, y mi guerra con el Metro de Madrid es una de ellas. ¿Por qué por la noche los trenes están sincronizados para que pierdas el transbordo y tardes el doble en llegar a casa? ¿Cuándo van a climatizar la línea 5? ¿Por qué siempre hay (al menos) una escalera mecánica rota? ¿El metro lo limpian alguna vez? ¿Hay alguna respuesta correcta y precisa a la pregunta "a qué hora cierra el metro"?

N: nadar. ¿Que no es para tanto? Será para ti. Tuve que dejarlo por mi antiguo trabajo y volver a la piscina (a otra piscina) ha sido de lo mejor que he podido hacer en 2014. Eso sí, flipa con las tasas de Ana Botella para quienes queremos hacer deporte en la capital del reino.

Ñ (contiene la): mañanas. Las he recuperado para mí y por fin puedo hacer lo que me dé la gana, tener una rutina y vivir desconectada del trabajo.

O: nombre de sobri. Otro sobri, sí, pero este es un poco más sobri, aunque vive un poco lejos. Nació hace una semana en Londres, así que ya tengo excusa para viajar en 2015.

P: Phnom Penh. La capital de Camboya, una ciudad totalmente prescindible y una de los lugares que recordaré toda mi vida. Me liaron para un viaje al sudeste asiático en el que me lo pasé muy bien, pero la llegada esta ciudad fue totalmente traumática. A lo tarde que llegamos le añades el turismo sórdido y una amiga a la que no le vale ninguno de los alojamientos que veíamos por el camino (las ratas que campaban a sus anchas por la calle eran lo de menos). No hay cerveza barata suficiente en Camboya para compensarlo.

Q: quemada. Ya no estoy así, pero cada vez que hablo con mis excompañeros me entra el bajón porque veo siguen igual, y algunos incluso van a peor. Ya sé que no debería preocuparme pero con algunos aún sigo teniendo relación y entiendo mejor que nadie por lo que están pasando.

R: reencuentros. Llamadas sorpresa de "¿nos tomamos una cerveza? Estoy en Madrid", amigas de otra ciudad que ahora viven en la misma ciudad que tú, excompañeros que te echan de menos, gente con la que perdiste el contacto, personas a las que apenas conocías y ahora hablas con ellas todos los días... y así ha pasado un año.

S: salud. Mejor que en 2014, la verdad, aunque se tarda en volver a estar al 100%. Cambiar de vida también ayuda.

T: trabajo. El cambio no había podido ser más oportuno. En algo más de seis meses he aprendido más que en casi tres años en mi antiguo empleo. Tampoco tengo que lidiar con las injusticias que me estaban matando poco a poco y el horario es parecido pero está más cerca de mi casa y mejor comunicado y además no tengo que echar "horas extra" en mis horas y días libres, un tiempo que ahora es para mí.

U: uñas. Ya casi he dejado de mordérmelas, en parte gracias al aparato. ¿Ocurrirá el milagro en 2015?

V: veintinueve. Será mi última edad con v, porque en 2015 ya cambiamos de decena.

W: Wall Street. ¿De qué va mi nuevo trabajo? Pues ahí estoy, haciendo un curso acelerado de finanzas.

X: x. Sin más, como las incógnitas de las ecuaciones. Siempre me ha puesto muy nerviosa no entender cosas que me afectan directamente, pero últimamente me inquieta cada vez menos. ¿Estaré convirtiéndome por fin en una persona adulta?

Y: Yellen (Janet), presidenta de la Reserva Federal. No os dejéis engañar por esta señora que parece una abuelilla de las que tejen jerséis de reno. Después de tener que seguir en directo una intervención de hora y media sin traductor de esta señora, mi vida nunca volverá a ser la misma. Igual que con Phnom Penh, me ha quedado trauma.

Z: zapatillas. Las que tengo para correr son nuevas y son muy bonitas pero lo mejor de todo es que mi padre se ha comprado unas iguales. No es que me alegre que me haya 'copiado', lo que me alegra es que está más animado y tiene ganas de volver a hacer ejercicio (y tiempo). También mis zapatillas del Camino de Santiago se han portado en 2014: han sobrevivido a dos carreras de obstáculos y a un viaje al sudeste asiático.

lunes, 8 de diciembre de 2014

Ya están aquí

Colas kilométricas que no sabes dónde terminan, una calle comercial que parece Tokio, gente que entra en el metro como quien entra en Disneylandia (pero empujando más), gorritos horteras, niños forrados de ropa de abrigo que intentan atravesarte corriendo cinco metros por delante de sus padres... Pues sí, ya están aquí las navidades.

Da igual que en el supermercado lleven un mes vendiendo turrones y mazapanes y que ya te hayan colocado la lotería del trabajo, de la familia, del bar, del gimnasio, de la piscina y de la peña atlética de Villar del Río, que ni sabes dónde está el pueblo ni por qué tienen peña atlética ni cómo has acabado con una participación. Da igual, porque la Navidad se manifiesta en todo su apogeo ahora, cuando sales del metro en Sol y piensas que ha vuelto el 15-M y tú no te has enterado.

El centro de las grandes ciudades se convierte en un peligro para tu salud mental, pero también para tu integridad física. Y lo digo en serio, porque lo he vivido: el otro día estaba esperando en Gran Vía y tres generaciones de una familia más bien tirando a amplia decidieron comenzar a reagrupar niños en el punto exacto donde me encontraba. Ya veía que iban a empezar a andar y me iban a arrastrar con ellos, como en la estampida de ñus de 'El rey león'. No os aburriré con los detalles de cómo conseguí escapar sin que tuviera que intervenir la Policía, pero ya veis que estoy viva.

Pero lo peor es lo que queda: la fiesta de Navidad de la empresa (con el agravante de que este año soy nueva y no conozco a nadie), la odisea de comprar los regalos, que cuando ya tengas todos los regalos comprados te llame tu madre para encargarte que les compres algo a los hijos de tu primo, que cuando ya hayas comprado tus regalos y los que te ha encargado tu madre te llame tu padre para preguntarte qué le puede comprar a tu madre, la cena de Nochebuena muriéndote de aburrimiento en casa de tu tía y que la única escapatoria a ver la misma peli de todos los años por vigésimotercera vez sea la misa del gallo, el infierno de organizar cenas, cuadrar agendas con los expatriados que vuelven a casa por Navidad (esto en realidad me gusta, pero me dan pereza las cabriolas para encajar muchas cosas en poco tiempo), cuadrar agendas con el resto de gente que también tiene cenas y amigos expatriados que vuelven a casa por Navidad y la multiplicación de gente en el gimnasio (con lo bien que se está en noviembre, que ya han desistido los que deciden apuntarse después de las vacaciones pero aún no han llegado los de los propósitos de fin de año).

No nos engañemos, en el fondo nos gusta. Aunque este año vayan a regalarte otra vez unos calcetines de rombos y el último Premio Planeta o una caja de sombras de ojos que nunca vas a usar. Aunque no se pueda pisar el centro. Aunque haya líneas de metro y autobús que es mejor evitar, incluso si para ello tienes que cambiar tu itinerario al trabajo.

Y Mariah Carey, no os olvidéis de Mariah Carey.