miércoles, 26 de diciembre de 2012

2012 letra a letra

A: el nombre de uno de mis sobris. Ir a la S de "sobri" para más información.

B: Breslavia (Polonia). El descubrimiento del año. Sólo estuve allí dos días, suficiente como para querer volver a Polonia. Fue con invitación a evento social, así que tuve muy poco tiempo para explorar, pero suficiente para ver lo imprescindible.

C: crisis de los 27. Nunca había sido un problema cumplir años... hasta ahora. Ni los 20 ni los 25 habían supuesto un problema, pero los 27 han hecho estragos. Tras la cena de Navidad de la empresa, para rematar, se me intentó acercar un chavalín de 20 años. Es entonces cuando caes en la cuenta de que los nacidos en los 90 ya tienen edad legal para votar, beber y conducir y de que tu sitio está más con los treintañeros. Aunque tú sigues viviendo con tus padres porque los sueldos de la "generación perdida" no dan para independizarse (y eso en el mejor de los casos, que es tener un trabajo).

D: el nombre de uno de mis sobris. Ir a la S de "sobri" para más información (sí, he hecho C-V).

E: empleo. Eso que tanto escasea últimamente. Hemos llegado a una situación en la que prácticamente hay que dar gracias por tener uno, aunque no sea para tirar cohetes, y más aún porque no te echen. Esto último lo digo con mucho conocimiento de causa.

F: fin del mundo. Ese día estoy librando, que aún me quedaban dos días de vacaciones y me obligaban a cogerlas antes de reyes. No creo que se acabe nada ese día (la semana laboral como mucho, porque cae en viernes) pero, por si acaso, ya puedo decir que conozco al señor que hace los crucigramas del Frankfurter Allgemeine Zeitung y a una familia que recibe la felicitación navideña de la Casa Real, aunque sea por error.

G: gimnasio. Este año me lo he tomado más en serio. Bueno, decir esto ahora mismo sería un poco hipócrita, porque justo acabo de tomarme un mes de vacaciones. Entre un viaje y un curso no pude ir y decidí que pagar el mes para nada era tontería. Tranquilos, que esta semana vuelvo porque mis meses de gimasio empiezan el 18 ó 20 de cada mes (cuando me acuerdo de pagar). Mientras tanto, he seguido con la piscina.

H: HTC. Mi querido y pequeño telefonito. Lo tengo desde finales del año pasado pero no ha sido hasta hace relativamente poco cuando he empezado realmente a sacarle provecho. Descubrir por fin cómo hacer que deje de comerse memoria hasta no dejarte ni abrir las aplicaciones y bajarse Twitter ha tenido mucho que ver.

I: impar. Deseando estoy que llegue 2013, oye. ¿Por qué? Pues porque desde hace tiempo hay una regla no escrita en mi vida que se cumple impepinablemente: los años pares son una puta mierda, los impares la cosa mejora considerablemente y hasta me pasan cosas buenas. 2013 ven pronto, te necesito.

J: Juego de Tronos. Conste que no me gusta pero he visto las dos temporadas. La sequía estival de series (no sólo se puede vivir de True Blood y The Newsroom) y cierto grado etílico provocado por demasiada cerveza hicieron que un día me pusiera a ver el primer capítulo. Al ver lo lentísimo que avanzaba todo, lo achaqué a que iba más perjudicada de lo que pensaba, pero no, era cosa de la serie y no mía. Como adaptación digamos que deja mucho que desear. No, no pienso leerme los libros, porque es uno de esos géneros que me gusta ver pero que me aburre soberanamente leer. Si quisiera una novela larga con 1.872 personajes, me daría a la literatura rusa.

K: kilt. Es el nombre de la falda esa tan mona que llevan los escoceses. En mis vacaciones (ver N), mi compañera de viaje y yo nos encontramos con una boda escocesa en Wall Street, gaitero incorporado. En el evento social al que me invitaron en Breslavia, había un chico (escocés, obviamente) que decidió honrar a su patria presentándose así (además era uno de los elegidos para salir a dar un discurso). Entre el gaitero y el chico este, ya son tres los kilt que me he cruzado en mi vida. El primero fue cuando vivía en Berlín, volviendo a casa un sábado a altas horas de la noche y a pocos metros del que fuera mi portal. En ese evento también conocí al señor de los crucigramas. Fue un fin de semana bien aprovechado.

L: letras. No estas de resumen del año, sino a las que me tengo que enfrentar cada día en el trabajo. Cuando tu obligación es escribir, al llegar a casa te apetece hacer algo completamente diferente, de ahí el abandono al que se han visto sometidos todos mis blogs desde hace una buena temporada. Tengo material para escribir, sobre todo el viaje a Nueva York, lo que pasa es que prefiero dedicar mi tiempo libre a otras cosas que no sean el teclado y una pantalla en blanco que llenar de letras.

M: metro. Ahí sigo, con mis peleas continuas con el transporte público. Normalmente soy más de pelearme con los cercanías, sean de la nacionalidad que sean, pero el metro también me ha dejado momentos tróspidos este año. Como cuando salgo por ahí no pierdo las buenas costumbres, también en el metro de Nueva York (ver siguiente letra) tuve algún percance. Nada alarmante, sigo viva.

N: Nueva York. Fueron mis vacaciones de este año. De pronto, una amiga (otra Laura) y yo decidimos que este año nos íbamos juntas de viaje a Nueva York. Salió espontáneamente, según salíamos de un cumpleaños y otra amiga (que me estará leyendo ahora. ¡Hola Eteiss!) nos contaba sus vacaciones del año pasado, precisamente a Nueva York. Sí, fue un caso típico de "culo veo, culo quiero" pero nos lo pasamos de puta madre y, lo más importante, no nos matamos, aunque haya quien todavía se sorprenda de que no acabáramos como el rosario de la aurora siendo sólo dos.

Ñ: ñoña. Este año tampoco, queridos lectores.

O: ortodoncia. Es el único plan a medio-largo plazo que me puedo permitir. Pasado el sablazo inicial de la entrada, porque estas cosas se financian cual hipoteca, la cuota mensual es más que asumible y lo único que duele es la propia ortodoncia. No duele tanto como me habían dicho algunas personas, pero en ocasiones llega a ser muy molesto.

P: perspectiva. Ahora mismo no tengo ni una, la verdad. ¿Recordais lo ilusionada que estaba en año pasado con el nuevo trabajo? Pues ya se me ha pasado. Total, como dicen que se va a acabar el mundo tampoco pasa nada por no (poder) tener planes a medio-largo plazo, ¿no?

Q: ¿qué? La frase favorita de mi padre desde que adquirió un smartphone hace poco más de un mes. Ahí va el hombre, con sus 59 años y su cuenta de Twitter, que todavía no sabe muy bien cómo funciona ni qué uso darle. Yo intento ponerle menciones y enlaces, a ver si se entera, pero todavía no domina ni el retweet. Paciencia, que mi padre tiene potencial tuitero, lo que pasa es que no sabe focalizarlo. Con el wasap (ver W) pararece que se apaña mejor: ya manda archivos.

R: ruso. Lo he dejado, era demasiado. Aún me sorprende haber aprobado tercero con buena nota, pero ese idioma no hay por dónde cogerlo. Empiezo a sospechar que ni siquiera ellos se entienden pero finjen ante el resto del mundo para no quedar mal.

S: sobri. Y no uno, sino dos. Sigo pensando que mis amigas están locas pero aún así las quiero. A ver si los nenes crecen ya y se puede interactuar con ellos. Lo único que espero es que no se conviertan en niños hostiables de esos que odio, aunque conociendo a las madres y a los padres lo dudo mucho.

T: tróspido. Un día Hell's Tea me dijo "tienes que ver los tróspidos". Y así fue como me enganché a 'Quién quiere casarse con mi hijo'. Hacía tiempo que no seguía ningún programa en la tele (mis horarios no se prestan a ello) y también hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien con un programa de televisión.

U: uñas. Por fin he dejado de morderme las uñas. Es un vicio infame que he tenido toda mi vida, sobre todo en momentos de estrés. ¿Cómo lo he logrado? Gracias a Eva, mi ortodoncista. Los hierros hacen de tope y no puedo morderme. Es una putada, porque estoy empezando a desarrollar otras manías, como rascarme o enredar con el piercing de la nariz. Pensándolo mejor, prefería lo de las uñas, que lo tenía bastante bien disimulado.

V: la empresa en la que trabajo. Es el empleo que más tiempo me ha durado (es decir, que no ha hecho una reestructuración o ha cerrado) y el único en el que he podido celebrar el año. No está mal para tener 27 años, ¿verdad?

W: whatsapp (o wasap). Ese invento del demonio. Está muy bien para quedar, que te indiquen cómo llegar a un sitio (maravillosa la opción de compartir ubicación) y un par de cosas más, pero el que inventó los grupos merece el destierro y después, cuando muera, ir directamente al infierno sin juicio ni hostias (bueno, lo mismo un par de hostias sí). ¿Qué es eso de dejar el móvil medio rato y encontrarte setenta mensajes?

X: XXVII. Después de leer la página que dedica el diccionario Espasa a la X, vigesimoséptima letra del alfabeto español, me rindo a los números romanos, igual que el año pasado. Que la X sea el 27 me viene bien, porque son los años que he cumplido y que aún no he terminado de asimilar. Para cuando quiera hacerme a la idea, habré llegado al 28. Ya sé que esto es hacer trampa y repetir la C, pero había que llenar todas las letras.

Y: yogur griego azucarado de Mercadona. A mitad de año me cambiaron el horario, consiguiendo algo que parecía imposible: que fuera peor. Ahora como a eso de las 12.30-12.45 y ceno casi doce horas después, ya que llego a casa a medianoche. Los yogures y la fruta de temporada me salvan las tardes y evitan que vaya asustando a la gente el en cercanías con los ruidos que haría mi estómago. Al llegar el frío también lo intenté con el cola-cao, pero alguien en la oficina se dedica a robar leche de la nevera.

Z: zorrupia. Hay días en que la obligan a una a ponerse borde ya nada más empezar. Tras un año y un par de meses en la misma empresa, tengo unas cuantas cosas claras: no voy a cargar con (más) responsabilidades que no son mías, no estoy aquí para aguantar tonterías de nadie y no voy a hacer el trabajo de los demás mientras se dedican a leer o ver vídeos de gatitos. Esto ha hecho que en algún momento puntual me haya ganado alguna enemistad pasajera o que me haya tocado sacar las uñas cuando me han intentado colgar algún marrón que ni de lejos era mío. Ojo, no es escaqueo, que yo mi trabajo lo hago. Pero el mío.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Votante por el estado de Nueva York

No entraba en mis planes plantarme en noviembre sin haber publicado el diario de mis vacaciones, pero así están las cosas. A ver, no puedes pedirle a alguien que se pasa el día escribiendo que al llegar a casa siga con lo mismo. Con motivo de las elecciones, haré una excepción y adelantaré una de las estupendas anécdotas que tenía guardadas para la crónica de mi viaje. Luego la reciclaré, que de eso los periodistas sabemos mucho.

El caso es que mi compañera de viaje y yo, por alguna extraña razón, acabamos mimetizándonos con los neoyorkinos. No nos costó mucho, la verdad. Tanto que un día, en uno de los miles de parques que aparecen entre tanto rascacielos, se nos acercó un chico con pinta de funcionario o similar, carpetilla en mano.

(en inglés) Funci - blablablabla
 Laura - ¿Perdón?
Funci - ¿Estáis inscritas como votantes?
Laura - O_O Esto... es que no votamos en Nueva York
Funci - Ah, vale (y desapareció del parque)

Tendría que haber hecho la prueba, a ver qué te piden para inscribirte como votante. Teniendo en cuenta que esta gente no tiene documento de identidad y que el carnet de conducir y el pasaporte no son ni de lejos obligatorios, me gustaría ver cómo comprobaban que, efectivamente, no soy ciudadana y no puedo votar. Hubiera estado divertido votar por Obama. O por Romney, que al menos ya tengo la chapa:

martes, 28 de agosto de 2012

La Redacción (episodio piloto)

El otro día, en una de esas reuniones de amigos que se hacen de vez en cuando en casa de alguien (en este caso en la mía), salió, inevitablemente el tema de las series. Una de las que estoy viendo ahora es The Newsroom, a la que se le ha criticado hasta la saciedad que no es real. ¡Pues claro que no es real! ¿A quién podría interesarle la realidad de una redacción? Ya os lo digo yo: a nadie. Es un coñazo, es infumable y nunca, repito NUNCA, pasa nada interesante.

Para demostrarlo, os voy a contar, versión realista, cómo es un día real en una redacción real.


15.00 horas: empieza el turno de tarde (el más intersante, porque es cuando hay más de tres personas).

Laura - ¡Buenaaas!
Miss y Mr. Simpatía 2012 - hola
(tanto énfasis no, por favor, a ver si os va a dar un infarto por la excesiva emoción)

Cagüen la leche, ya me han vuelto a encender el ordenador los "simpáticos" del turno de mañana...

Cinco minutos abriendo programas y páginas y metiendo contraseñas: la del correo, la de mi Twitter, la del Twitter del trabajo, la del gestor de contenidos, la del otro correo...

Coordinador - Hola Laura.
Laura - Buenas.
(por fin alguien un poco normal)

Miss y Mr. simpatía 2012 recogen sus trastos y se van a las 15.06. Cabrones, cuando les aviso de que he perdido el bus y llegaré a y cinco ni me los encuentro.

Laura - ¿Tenemos jefe?
Coordinador - Está Xxxxx.
Laura - Pero el jefazo tampoco está esta semana, ¿no?
Coordinador - No, vuelve el lunes.

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Al rato llega un senior:

Senior - Hola.
Resto (dos personas, por ahora) - Hola.
Laura - ¿Qué tal tus vacaciones?
Senior - Bien (siguen varios minutos hablando de unas vacaciones que incluyen actividades taaan apasionantes como montaje de muebles)

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Repaso a las agencias: suceso, suceso, animalitos, suceso, parques y jardines, esto ya lo tenemos, junta de accionistas, animalitos, local, local, comunicado de empresa, local, suceso... Probemos suerte en Twitter... ¡Ostras, si JotDown ha sacado la tercera parte de la vida en la Alemania nazi! A por ello.

Bueno, luego sigo con JotDown, que esto es largo. Voy a poner una noticia en redes sociales, que hace mucho que no se actualiza (luego a la que llaman fuera de horario porque dicen que hacemos poco caso a estas cosas es a mí, pero weno). A ver... esto mismo. Entro en la noticia... ¡Redios! ¡La han editado con el culo! Hala, a editarla otra vez.

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A las 16.00 empieza a llegar más gente. Más preguntas sobre las vacaciones ("¿qué tal?", "¿dónde has ido?").

Senior 2 - Ya he terminado la primera temporada de Juego de Tronos.
Laura - ¿Y qué tal? ¿Te ha gustado?
Senior 2 - Mucho. ¿Tienes la segunda?
Laura - Sí, mañana te la traigo si me acuerdo. ¿Has visto The Newsroom, que también te la pasé?
Senior 2 - Todavía no. Es que mi DVD no lo reproduce y tengo que verlo en el ordenador.
Cansino - Hay un programa muy chulo para eso.
Laura - El VLC.
Cansino - Te lo tienes que bajar.
Senior - Ya me lo he bajado.
Cansino - Pero para el iPad.
Laura - Lo tiene para el iPad.
Cansino - ¿Pero el normal o el streamer?
Senior 2 y Laura (a coro) - El streamer.

El de deportes pone la Bundesliga. Hay que ver qué pronto juegan estos alemanes.

Cansino - Hace un poco de calor, ¿no?

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Coordinador - Ah, Laura, que se me había olvidado comentarte una cosa.
Laura - ¿Qué pasa?
Coordinador - Nada, que como Xxxxxx está fuera esta semana y Miss Simpatía 2012 se va de vacaciones, tendrías que venir el miércoles en el turno de Xxxxxx.
Laura - Vale, no pasa nada.

Cansino - Qué calor hace aquí.

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Coordinador - Laura, coge la noticia de las declaraciones de Xxxx Xxxxxx para actualizar.
Laura - Ok.

Cansino - Uffff, qué calor.

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Jefe - Cambia la apertura, que esa lleva mucho rato.
Coordinador - Dentro de un rato pondremos el cierre de la Bolsa.
Jefe - Pero para eso falta casi una hora. Espera, que miro a ver qué hay.
Coordinador - Hombre, el tema del día es el suceso este.
Laura - No, por favor...
Jefe - No, no, no vamos a abrir con sucesos. ¿Qué tal ésta?
Coordinador - Vale. Laura, busca otra foto para la apertura.
Laura - Hombre, tampoco está tan mal la que lleva la noticia, pero vale.

Cansino - Aquí hace demasiado calor.

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Deportes - ¿Os va el sistema?
Laura - No.
Deportes - Pues me ha jodido, porque ya casi había terminado.
Laura - Espera... ya vuelve a ir.

Cansino - Buffff, qué calor. Bufffff. Argh. Pffffffffffff.

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Uy, esta noticia que lleva este otro medio es interesante y nosotros no la tenemos. A ver, voy a buscarla en agencia... ¡Joder, es de las 11 de la mañana! Pues yo no pienso hacer el trabajo de los demás. Ahí se queda. Vamos a leer cómo vivían los nazis.

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Senior - ¿Café?
Laura - Sí, en cuanto termine esto. Coordinador, te dejo hecha la noticia de Xxxx.
Coordinador - ¿Eh?
Laura - Que te dejo la noticia de Xxxx.
Coordinador - ¿Cuál?
Laura - Pues la que te he dicho un rato que había salido por agencia y que la hacía. Ponla donde mejor te venga.
Coordinador - Ah, vale. ¡Ah! Y muy chula la foto que has cogido para la apertura.
Informático - ¿Bajas?
Laura - Sí, vamos.

El resto esperan en el ascensor:

Senior 1 - .... y salta"sí, sí, pero que haya putas".
Laura - ¿El chiste de la rana?
Senior 1- Sí. Y ya el león se enfada convoca otra reunión y dice...

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Después de la pausa:

Cansino - ¿Hay algo interesante por agencias?
Laura - ¿Eh? Pues no lo sé, acabo de subir. ¡Joder! Este tío no ha puesto la noticia de Xxxx. Ey, ¿dónde está?
Cansino - Al menos habrá hecho el cierre de la Bolsa.
Laura - Mmmmm... pues no, tampoco ha hecho el cierre de la Bolsa. ¿Se ha ido?
Cansino - No sé, se habrá ido.
Laura - Tú sabrás, estabas aquí.

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Cansino - (murmullo inaudible) ¿Has visto el urgente de este otro medio?
Laura - No. Estoy con la Bolsa. ¿Qué dice?
Cansino - Míralo.
Laura - Estoy acabando el cierre de la Bolsa. ¿Qué pone?
Cansino - Mira a ver si ha salido por agencias.
Laura - ¿Me quieres decir qué pone? Que estoy haciendo otra cosa pero puedo oír.

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Cansino - ¿Cómo van las agencias?
Laura - Pues no lo sé, estaba terminando de cuadrar la portada con las últimas noticias.
Cansino - Ah, vale.

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Cansino - Ffffffffffffffffffffffffffffffffff

No me jodas, que ahora no puede ser de calor, porque yo llevo un rato debatiéndome entre darle una patada al termostato del aire acondicionado, que tiene la puñetera costumbre de seguir echando aire frío una vez ha llegado a la temperatura marcada, o buscar algo que echarme por encima. Cómo no, soy la pringada a quien le tocó sentarse justo debajo de una de las rejillas, así que me congelo en verano y me cuezo en invierno.

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Cansino - Blablablabla mañana. ¿Lo llevamos en la noticia?
Laura - No, es en septiembre. Lo de mañana es otra cosa.
Cansino - Lo lleva la agencia esta. Deberíamos añadirlo a la noticia.
Laura - Bueno, pues lo cambio

Al rato:

Laura - Ha salido una corrección. No es mañana, es en septiembre. Lo vuelvo a poner como estaba antes.

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Jefe - Me sigue saliendo la noticia de xxxxx de apertura.
Él es así: en vez de decirte "pon esta apertura" te dice eso. Es como el "alguien ha matado a alguien" de Gila pero en jefe.

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Cansino (así como con voz de agraviado) - Que viene el otro día Coordinador y me manda un mail para decirme que no quite el bloque tal de la portada.
Laura - Lo sé, a mí también me llegó el mail. El bloque tal es obligatorio, por eso lo decía.
Cansino - Ya, pero si por la tarde no me cuadra la página, lo quito, y luego por la mañana que lo vuelvan a poner. Total, si desde las x que sale publicada la portada nueva hasta las 7 que entra el turno de la mañana ese bloque no se va a actualizar.

Cansino y Coordinador viven una extraña enemistad desde que trabajan juntos (antes, simplemente, no se conocían, así que los dos vivían un poco más felices) porque a veces sus competencias chocan. Podría decirle que tampoco va a ver nadie la página en esa franja de tiempo, así que no importa que el bloque tal siga con el mismo dato que a las diez de la noche ni que la portada lleve un descuadre de 30 píxeles, pero son ganas de perder el tiempo y alargar el momento de "yo tengo razón y mi enemigo no".

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Cansino - ¿Cómo son los trenes Alvia?
Laura - Ehhhh... pues normales. ¿Media Distancia?
Cansino - No, Larga Distancia. Si te esperas a que compre los billetes por la web de Renfe ya nos vamos juntos y te acerco al autobús.
Laura - No, déjalo, que la web de Renfe es una trampa mortal y vas a tardar tú más en hacer la reserva que yo en llegar andando a la parada. Hasta mañana.
Cansino - Hasta mañana.

FIN


Coñazo, ¿verdad? Nadie aguantaría un capítulo de esto, y mucho menos una serie completa. Al menos he tenido el buen gusto de ahorraros horas de "murmullos de vieja" del Cansino y el bucle de noticias del canal 24 horas. ¿A que ahora os alegrais de que The Newsroom sea ficción?

domingo, 17 de junio de 2012

Mujeres y hombres y viceversa

A veces se da un curioso fenómeno por el cual a alguien le cae una personalidad que no se corresponde totalmente con su aspecto físico. Por ejemplo, yo tengo más o menos esta pinta...


(la foto, el pantalón de pijama y el señor del fondo son cortesía de Hell's Tea) (y lo del vaso es Nestea, malpensados)

... pero se conoce que, a la hora de configurarme, me pusieron en "modo hombre" (que no lo digo yo, me lo han dicho ya varias personas). Soy simple (muy simple; a veces, hasta límites insospechados), no pillo las indirectas (lo que más de una vez deriva en situaciones muy chungas) y si te pregunto "¿qué te pasa?" y me dices "nada", luego no te quejes de que he actuado como si no pasara nada (también me he llevado alguna bronca por esto). Todo esto también funciona en el otro sentido: no interpretes nada que yo haga como una indirecta (no sé cómo se hace, simplemente) y si te digo que no me pasa nada no insistas, es que no me pasa nada (después de más de 26 años, mi madre no lo pilla y se limita a decir "es que eres como tu padre, que no os gusta hablar de nada"). Lo bueno es que me respetaron la capacidad femenina de hacer dos cosas a la vez, que es algo que mola bastante.

Esta personalidad desubicada hace que, a veces, mi vida derive en situaciones absurdas. Como anoche, sin ir más lejos.

Fui con tres amigas a tomar algo y me encontré con un conocido en el mismo local. Casualmente, la única mesa libre estaba al lado de esta persona, que iba con dos amigos, así que allí nos sentamos. Una de mis amigas empezó a lanzar miradas hacia la mesa de al lado (imaginad de qué manera para que hasta yo me diera cuenta). Pasado un rato largo, me pidió que le presentara al chaval al que conocía para que él, a su vez, le presentara al otro. No sé al resto qué os parece, pero a mí me pareció rebuscado. Si hubiera hecho las presentaciones cuando llegamos, aún tendría cierto sentido.

Sin embargo, soy una persona muy resolutiva y se me ocurrieron otras opciones más prácticas y menos... de patio de colegio (por decirlo de alguna manera). Y, ¡qué coño!, que luego la que tiene que dar la cara soy yo. La respuesta de mi amiga fue "ay, no no, que me da vergüenza". Aquí empiezan las discrepancias: yo entendí "no lo hagas, que me da vergüenza", no hice nada y nos fuimos. Pero parece ser que ella quería decir "sí sí, por favor, gracias". Y así nos tiramos discutiendo todo el camino de vuelta después de marcharnos, con argumentos tan bien formados por parte de las dos como "no es no","pero no quería decir que no, quería decir que sí", "pues haber dicho que sí" y "¿y yo qué sabía que ibas a entender que no?".

Otra de mis cualidades es la facilidad para tener remordimientos. Me sentía mal por la pobre chica porque, al fin y al cabo, no hubo historia de "chico conoce a chica" porque no sé interpretar una indirecta (insisto, no las uséis conmigo, por favor). ¿Qué hice? Mandarle un mensaje a este chico explicándole la situación (también soy muy de dar explicaciones; por favor, no os lo toméis mal, viene en el mismo pack que los remordimientos).

El caso es que hubo respuesta y, por consiguiente, intercambio de mensajes con la interesada en conocer chico esta mañana para ver qué hacemos ahora. Otra vez ha sido como la discusión de anoche: ella divagaba sin decir nada claro (aunque supongo que a ella le sonaría todo clarísimo) y yo contestaba con cosas como "¿pero eso es que sí o que no?". Al final la pobre, creo que ya desesperada por no poder ver la belleza de lo simple, ha acabado mandándome un "SÍ" en mayúsculas. ¿Ves? Así sí que me entero.

miércoles, 13 de junio de 2012

Perdiendo el juicio

Llega un momento temible en la vida de toda persona de veintimuchos. Y no, no es cuando tus amigas empiezan a quedarse embarazadas (aunque también, que ya tengo dos protosobris). Es el momento en que tu dentista decide que te sobran las muelas del juicio. Al dolor físico y moral (durante buena parte del día voy a tener que hablar como Rajoy, eso deja  hecho polvo a cualquiera) se suma el dolor económico, que la odontología es un negocio lucrativo. Muy lucrativo.

Como ya me quitaron una muela del juicio hace un par de años (y de una manera bastante traumática, la verdad, porque lo recuerdo como algo larguísimo, con muchos puntos y con mucha sangre), me quedaban otras tres. Me quedaban, porque ahora mismo sólo me queda una. Ya que voy a estar con media boca jodida unos días, aprovecho y dejo que me jodan todo ese sector de una vez. Esto es como las reformas: mejor tener toda la casa empantanada durante el menor tiempo posible que no por sectores durante un tiempo indefinido. Y, ya que estamos, tengo excusa para no ir a la cena que ha organizado la secretaria del curro esta semana, que me viene fatal de hora, de sitio y de precio.

Lo que menos me preocupaba del procedimiento era la extracción en sí, la verdad. Las técnicas y las anestesias están lo suficientemente avanzadas en los tiempos que corren como para que no haya que preocuparse por eso. Bueno, aunque yo, personalmente, pondría en duda la efectividad de las anestesias. Debo de tener un cuerpo raro o un umbral de dolor muy bajo, porque, con mi metro sesenta 'raspao' y mis 53kg de peso (aprox.), he necesitado cinco cargas de anestesia. Como para plantearse tener hijos, que a mí eso de que las mujeres llevan milenios pariendo de manera natural sin problemas no me convence, y mucho menos después de la experiencia esta mañana.

Quitando el episodio de la anestesia (pavor a las agujas x 5; el dentista ha intentado convencerme para que tomara drogas y volviera cuando me hicieran efecto), todo ha ido bastante bien. Ahora estoy pensando que lo voy a flipar cuando se me pase el efecto (hace cinco horas del primer pinchazo, debe de estar al caer), aunque para eso me han dado drogas. Sinceramente, empiezo a pensar que las drogas, junto con la recomendación de comer cosas "blandas y frías" (quesitos, helados y yogures, para que nos entendamos) son para que te alegres durante los días que vas a estar jodido más que por los efectos médicos (para eso ya está el antibiótico).

Ya que estaba en la calle y que no tengo nada que hacer en todo el día (libro hoy y mañana y no es plan de meterse en el gimnasio), he aprovechado, y mis cinco cargas de anestesia, mis puntos y yo nos hemos ido al banco a cerrar la cuenta. Ocho meses después de que se lo pidiera, mi padre por fin ha decidido hacerme caso con el traslado de cuenta. En esta casa somos así, dejamos todo "pa' luego". Claro, que últimamente el banco anterior ha pasado por ciertas... cosas que lo han hecho ponerse de actualidad, así que lo mismo piensan que lo hago por eso. En realidad es por pereza y por sentido práctico: mi padre es empleado de un banco (que no banquero, ya me gustaría) que casualmente es el mismo en el que tiene la cuenta la empresa que me ingresa todos los meses la nómina. Eso significa que: a) la nómina me llega el mismo día que ordenan la transferencia y b) tengo "banca privada" en casa y no necesito ir a la sucursal para nada (mejor, porque está en otro municipio).

Bueno, voy a ver si como algo. Mi padre ha sido majo y me ha traído helados. Ya de paso se ha comprado uno para él. De Haagen Dazs. Los míos, de marca blanca.

lunes, 4 de junio de 2012

Semana de las mujeres reales



Hoy comienza la "Semana de las mujeres reales". He cogido esta campaña de Dove, una marca que ya ha hecho varias campañas utilizando el concepto de "belleza real", porque no sabía muy bien cómo empezar este post. Tampoco es que yo sepa mucho sobre este tema pero la iniciativa me ha gustado y creo que, cuanta más difusión y participación tenga, mejor. No creo que vaya a cambiar el mundo pero seguro que hará que más de una (y de uno) se sienta mejor.

No sé muy bien qué es la belleza real, supongo que para cada persona significará algo diferente. Para mí está relacionada con la salud y la autoestima. En resumen, sentirse bien. ¿Cuando te sientes bien no te ves guapa/o, aunque lleves unos vaqueros cochambrosos que han pasado mil veces por la lavadora y una camiseta de 2 euros del bazar chino de la esquina? Pues algo así.

La manera de encontrar esa salud (física y mental) y de tener la moral alta también varía de una persona a otra. En mi caso, intento hacer cosas que me gustan (aunque cada vez tengo menos tiempo y horarios más raros). Sea como sea, he encontrado tiempo para hacer deporte varios días en semana (que además viene estupendamente para descargar tensiones), leer, aprender idiomas, quedar con gente...

Supongo que todo este asunto no se trata de perseguir LA belleza, sino de encontrar TU belleza. No todos somos iguales pero todos podemos sacar lo mejor de nosotros mismos si nos queremos un poquito ¿no?

sábado, 19 de mayo de 2012

Frase de la semana

La frase de esta semana se ha ganado el título por desconcertante. Si alguien le encuentra algún sentido y me la puede explicar, lo agradeceré profundamente.

Situación: viernes, tres de la tarde. Me voy a un despacho-pecera de la oficina a llamar por teléfono para un posible reportaje. Un rato después Mucho rato después, vuelvo a mi sitio y se produce la siguiente conversación:

Compañero extranjero comunitario - ¿Con quién hablabas?
Laura - Con un bombero.
CEC - ¿Te vas a casar?

lunes, 7 de mayo de 2012

Frase de la semana

"La señora de la limpieza ha decidido que la mesa de la sala de reuniones está estupenda con doce sillas. Debe de pensar que trece es un número maldito. Y todos los días metemos una silla y todos los días ella la saca. Tendremos que poner una más".

El jefe supremo, ahora mismo.


Actualización:

"¿Para qué? ¡Para que sí! [golpe en la mesa]. Hay que tener de todo, aunque no lo uses. ¿Que sale una mierda? Pues la pruebas".

El informático de mi curro y la utilidad de las redes sociales.

miércoles, 25 de abril de 2012

Frase de la semana

"Por eso me gusta trabajar contigo, porque tienes cerebro"

El autor es mi compañero de al lado, que es un sol. La verdad es que es lo más bonito que me han dicho en el trabajo en mucho tiempo. Aún sigue sin batir la campaña "Laura indefinida" que inició  un compañero de mis tiempos de becaria (y que no prosperó, creo que no hace falta ni decirlo).

Y como bonus, esta lindeza que me dejaron la semana pasada (a la que aún no sé cómo sobreviví) en Twitter:


lunes, 23 de abril de 2012

Defensa Contra las Artes Oscuras

Está visto que en todas partes hay un puesto maldito, y la empresa en la que trabajo no iba a ser una excepción. Hoy ha llegado nuestro tercer "profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras" (paso de dar el nombre real del puesto, que no es de profesor pero algo sí que tiene que ver con las artes oscuras). Si en los siete libros que fue capaz de parir J.K. Rowling iban a profe por año, nosotros ya llevamos tres en poco más de medio año. La diferencia es que a nosotros, en vez en un curso, nos duran tres meses.

No sé qué pasa con el puesto, pero ya circula por la oficina el rumor de que es un puesto maldito. No sé si es el asiento, la naturaleza del puesto en sí o que da la casualidad de que la gente que ha pasado por ahí es más propensa a las desgracias, pero tiene una tasa de rotación muy muy alta comparada con el resto de las sillas, que no han cambiado de culo desde el primer día.

Alguien ha comentado que el nuevo tiene pinta de que va a durar más que los anteriores. Por si acaso esperaremos a que finalice el periodo de prueba, que estas cosas son muy traicioneras. Aunque yo, en su lugar, tendría cuidado con cosas básicas como mirar a los dos lados antes de cruzar o abrigarme bien al salir de casa, que nunca sabes cuándo te puedes llevar un disgusto, aunquen no sea laboral.

Si hay que elegir qué tipo de profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras es, de momento tiene más pinta de Gilderoy Lockhart, premio a la mejor sonrisa siete veces consecutivas por la revista 'Corazón de Bruja'. Como ya se ha encargado de recordarme una amiga, nos falta "un hombre lobo medio gay, un impostor, una bruja, un tipo muy sexi con pinta de malo y luego ya unos gemelos malvados".

martes, 17 de abril de 2012

Mal karma

Hay días que no... y no. Es lo que un compañero llama "mal karma". Y hoy ha sido un día con mal karma para dar y repartir: documentos públicos que no aparecen, cosas que se quedan olvidadas en casa, noticias que se pierden... y Cristina Fernández, la mujer recauchutada, liándola con YPF para disgusto de los periodistas que en ese momento estábamos trabajando.

Intenta manejar la oleada de teletipos mientras sigues el resto de las noticias sin que se te pase ninguna (por ejemplo, que manden a declarar a una exministra en un caso de corruptelas chungas) y ya de paso te haces una noticia ligerita para la edición de mañana. Lo mejor de todo es que la persona que se encarga de las noticias de energía y que lleva estas cosas al día está de crucero por el Caribe.

Si alguien tenía que darme una mala noticia y llevaba tiempo postponiéndolo, hoy hubiera sido un buen día, sobre todo cuando nos hemos enterado de que los señores ministros han decidido declarar a las 21.40. Para qué van a hacerlo a las 21.00, si han tenido cuatro días desde Cristinita, como la llama uno de mis jefes, dio el aviso. Ah, no, que si lo hacen a esa hora les pueden hacer una conexión en directo en el telediario.

Compañero - Joder, las 21.40, qué hora más rara.
Laura - No van a salir a esa hora [ante todo, realista]. Entre que van de un sitio a otro, se preparan y demás, a menos cuarto aún no habremos sabido nada.

Dicho y hecho: a menos cuarto aún no había empezado aquello.


Yo ya no pido que seamos puntuales. Sé que estamos en España y que hay una fuerza sobrenatural que nos empuja en el tiempo para que hagamos todo tarde. Sé por mis fuentes que esa fuerza existe en otros países de clima parecido, como Grecia, así que no soy quien para pedir a nadie que luche contra la naturaleza. Lo único que pido es un poco de consideración a la hora de convocar. O que, si convocas algo a las tantas, sea para decir algo, no para repetir lo mismo que dijo el ministro de tal hace unos días o el político de turno esta mañana. En estos momentos me acuerdo de mi antigua jefa maja y de una de sus grandes frases: "si supiéramos poner voces, podríamos hacer nosotros mismos las declaraciones de los políticos y no tendríamos que hablar con ellos para hacer las crónicas".

Descargada mi frustración contra el mal karma (para eso tengo blog), me voy a dormir.

domingo, 15 de abril de 2012

El club de los 27

Tengo un grupo de amiguetes, particularmente spammers, que este año están fundando su propio 'club de los 27' (es lo que tiene haber nacido en el 85). La diferencia con Jim Morrison y compañía (a parte de que siguen vivos y no tienen peligro de morir de sobredosis o de coma etílico) es que cada vez que entra un nuevo miembro se suman a las felicitaciones reflexiones de todo tipo sobre el paso del tiempo y sus consecuencias y lo que uno tendría que haber hecho o no a estas alturas de la vida.

Me quedan casi seis meses (menos siete días, concretamente) para ingresar en el club y tengo un propósito: llegar al 8 de octubre de 2012, día en que se conmemora mi llegada al mundo, con la menor cantidad posible de cosas pendientes. Vamos, que lo que no he hecho en los últimos años lo estoy haciendo ahora: visitas al dentista, liquidar todos los "ya lo haré otro día" acumulados, recuperar aficiones perdidas... La lista de trabajos pendientes va desde cambiar una lámpara que lleva años siendo provisional (objetivo conseguido hace dos días) hasta tomarme un poco en serio las visitas al gimnasio (con no saltarme ejercicios me doy por satisfecha).

De momento he terminado un libro que abandoné dos veces a medias, he cambiado los tiradores de los muebles de mi habitación, he vuelto a pintar (sí, sé pintar), me he comprado unas gafas de sol graduadas, voy a ponerme ortodoncia, he quitado de mi habitación todas las cosas que he considerado no aptas para alérgicos al polvo (lo que no significa que de pronto me haya vuelto ordenada, porque sigo viviendo en el caos. Más limpio, pero caos al fin y al cabo)... y así un largo etcétera de cosas no demasiado interesantes pero procrastinadas mil veces.

Aún me quedan un montón de cosas que hacer para poner la cuenta a cero de aquí al día señalado, aunque soy realista y sé que algunas no las voy a cumplir por falta de tiempo. En algo menos de seis meses (menos siete días, concretamente) veremos sí he sido constante y toda esta parafernalia ha dado resultado.

jueves, 29 de marzo de 2012

Impossible is nothing

Ayer probé una ruta alternativa para ir a trabajar. Cuando vives en el extrarradio y trabajas más allá de la puerta de Tanhäuser, cualquier opción que te quite transbordos es bien recibida. Después de una exhaustiva investigación con el satélite de Google Maps, he encontrado una estación de Cercanías muy cerca de mi trabajo que supone dos transbordos menos. El problema es que esa estación sólo está abierta hacia un lado y es el contrario al que tengo que ir todos los días. Haciendo caso omiso de las indicaciones del "cómo llegar" a pie del mismísimo Google, que me decía que ni de coña, encontré un camino de la estación al trabajo.

Punto número uno: si Google dice "por ahí no, gilipollas", haz caso a Google, que sabe de lo que habla. Lo primero que me he encontrado es que la calle por la que se supone que tenía que bajar está cerrada al tráfico porque forma parte de las instalaciones de Renfe, así que he tenido que dar algo más de vuelta de lo previsto. No pasa nada, un pequeño contratiempo lo tiene cualquiera.

El resto del camino tampoco es que fuera especialmente bucólico pero era soportable. La tapia de campo de concentración que separaba las vías del tren de la calle desierta no es para tanto a plena luz del día. El problema ha llegado cuando he visto por dónde hay que cruzar al otro lado de la vía. Lo que en el satélite de Google parecía "un ratillo" se ha convertido en un cacho túnel. Bueno, se ve el fondo, así que vamos pa' dentro.

Después de andar un poco, aquello se ha empezado a poner siniestro. Por no haber no había ni bichos. Llamadme rara pero, cuando un espacio angosto y no muy limpio no huele a rancio ni tiene bichos, es sospechoso. Bueno, ya debo de ir por la mitad, ¿no? Pues no, casi no he avanzado. A tomar por culo, yo me voy de aquí.

Uno de mis compañeros vive en el mismo barrio y es el que me ayudó a encontrar la ruta alternativa, así que no creo que haya problema por llamarle para que venga a buscarme.

Tres "Buzón Movistar", después, consigo que coja el teléfono.

Compañero - Hola, ¿qué pasa?
Laura - Xxxx, ¿dónde estás?
C - En casa de mi madre.
L - Mierda...
C- ¿Qué pasa?
L - No, nada. ¿Recuerdas el túnel que vimos en Google Maps? Pues yo por ahí no cruzo.
C- ¿Por? ¿Cómo es?
L - Esto... ¿has estado alguna vez en un campo de concentración?
C - Sí.
L - Pues es como visitar un campo de concentración.
C - Bueno, no te preocupes, vamos hablando si tienes miedo.
L - No tengo miedo, es que no me da la gana cruzar esto.

Por otra parte, tampoco hay otra manera de llegar al trabajo llegados a este punto, así que...

Laura - Bueno, vale.

Un rato después...

Laura - Oh, mierda.
Compañero - ¿Qué pasa?
L - Nada, que el techo se refleja en el suelo y no me he traído las Hunter.
C - Pues justo hoy me ha llegado una nota de prensa de Hunter...
L - Ah, mira, por aquí se puede cruzar [pasar de todo siempre es más elegante que decir "¿y a mí qué coño me importa la nota de prensa de Hunter? ¡Quiero llegar a la oficina!"]

Un rato después...

Laura - Puff, por fin he salido de aquí. Le voy a hacer una foto para que veas lo que he tenido que cruzar.

Toma foto:


Ya en la oficina, nos ha dado por calcular la longitud del túnel.

Compañero - Tendría unos 700 metros.
Laura - No exageres, que no he estado tanto tiempo andando.
C - Yo creo que sí, que tenía cerca de un kilómetro.
L - A ver, tenemos la escala en el mapa. Tres dedos míos son 50 metros, así que son cinco... diez... quince... veinte... veinticinco... treinta... treinta y cinco ¡350 metros!

Lo dicho, "un ratillo".

domingo, 25 de marzo de 2012

Frase de la semana

Ya que estoy recuperando la costumbre de escribir en el blog, voy a recuperar también la sección Frase de la semana, que hace meses que no recibe contenido nuevo. Ahora sólo tengo que recuperar la costumbre de escribir en el otro blog, el serio, que mis lectores van a pensar que me he creído aquello de que el nuevo Gobierno iba a acabar con el desempleo y por eso no actualizo.

La frase de esta semana corresponde a mi profesora de ruski. No es tan carismática como la anterior pero tiene sus momentos, como éste:
"Mejor no vamos a traducir "te echo de menos". ¿Qué es esto? Te-echo-de-menos: te tiro... pero no muy lejos."

Cualquiera que se haya enfrentado a un idioma extranjero conoce las aberraciones que pueden nacer de las traducciones literales (sin necesidad de caer en el "from lost to the river"). Estas cosas dan que pensar. Para mí, por ejemplo, que siempre he creído que el idioma define la mentalidad, este "te tiro... pero no muy lejos" no dice nada bueno de los hispanohablantes. Claro, que en inglés, directamente, deciden perderte ("I miss you").

Yo no sé qué es peor, que te pierdan o que te tiren "pero no muy lejos".

Bonus track

De la misma profe y en la misma clase:
"En Inglaterra no quedan mujeres guapas porque las quemó todas la Inquisición"

jueves, 22 de marzo de 2012

Manual de instrucciones

Muchas veces digo que la vida debería venir con un manual de instrucciones. Que te lo den al llegar a la madurez, le echas un vistacillo y en caso de duda consultas cómo proceder según la situación. A los bocazas nos vendría muy bien, sinceramente, y la humanidad en general se ahorraría unos cuantos disgustos.

Por ejemplo, en el terreno laboral (porque como entremos en otros jardines no acabamos nunca), ¿qué vocabulario hay que usar delante de un jefe? ¿Depende de la personalidad del jefe, de cuánto tiempo lleves en la empresa, del propio vocabulario que usa el jefe o da lo mismo? ¿Qué tipo de vivencias es adecuado contarles a los compañeros en la hora del café? ¿Todo lo que diga podrá ser utilizado en mi contra, aunque no tenga que ver con el trabajo?

Eso por parte del trabajador, que es la que me toca, aunque he visto algunas situaciones que hacen pensar que hay mercado para un manual de instrucciones para jefes. Ahí van algunos consejos basados en la experiencia real.

Consejo número 1: siempre hay alguien mirando (y no siempre es a propósito)

En la empresa en la que trabajo actualmente, los jefes tienen despachos con paredes de cristal. Eso, unido a que nunca cierran la puerta, hace que la privacidad sea casi nula dentro de la oficina. Tal como colocaron las mesas, uno de estos despachos me pilla justo de frente. Lo bueno es que tengo a uno de los jefes localizado en todo momento; lo malo, que veo demasiadas cosas.

Un día, una compañera estaba en mi mesa ayudándome con algo. De fondo se podía oir un "clic" a intervalos al que yo no di la menor importancia pero mi compañera levantó la vista de la pantalla y se quedó completamente bloqueada.

Compañera - Laura...
Laura - Dime
C - Esto... ¿[nombre que corresponda] se está cortando las uñas?
L - Ah, sí. No es la primera vez.

Y he de añadir que alguna vez le he visto incluso cortarse las uñas mientras sujetaba el teléfono con el hombro. En su defensa diré que siempre las recoge en un papel y luego lo tira a la papelera.

Consejo número 2: los cartelitos de "Hi, my name is..." son prácticos (y a veces hasta hacen gracia)

No volveré a contar aquello que pasó cuando mi compañero de mi época de becaria hizo la broma con estos cartelitos porque esa anécdota la tengo muy usada (lo siento por quien no la recuerde/conozca) pero he vuelto a pensar en la conveniencia de utilizarlos. La incapacidad de algunas personas para recordar los nombres de las personas con las que trabajan es preocupante.

El caso más flagrante es el de uno de los jefes que voy coleccionando en mi vida laboral, que siendo dos Lauras le costó varios meses recordar cómo nos llamamos. Y eso que las posibilidades de colocoarle a una el nombre de la otra y fallar eran nulas. Luego consiguió el complicado logro de recordar el que posiblemente sea el segundo nombre más común de España entre las mujeres de mi edad y, no contento con eso, se le ocurrió la genial idea de aconsejarme que les pidiera a mis padres un segundo nombre, para diferenciarnos. Claro que sí, hombre, yo se lo digo a mi madre cuando llegue a casa.

Consejo número 3: tampoco hay que pasarse

A todo el mundo se le hace más llevadero el día si tiene un jefe agradable pero tampoco hay que pasarse. Contar batallitas amenas está bien y además entretiene pero hay otras muchas cosas que podrían estar de más, como estos ejemplos (recopilados a lo largo de varios años y sin ordenar cronológicamente para que no se me acuse de nada):

- "Pues podríamos ir un día todos juntos a jugar al paintball". No, no es buena idea, lo siento. Todos querrían ir en el mismo equipo porque todo el mundo quiere experimentar lo que es pegarle un tiro al jefe. Más de uno estará acordándose ahora mismo de la partida de paintball de 'Buenos presagios'.
- "Pues entre la acusada y la jueza, no veas qué pibitas, que lo hemos visto antes en el telediario. ¿Verdad Laura?". Vaya por dios, ¿y yo ahora qué hago? ¿Paso del jefe? ¿Le doy la razón?
- "¿Tú te acuerdas de los muñecos estos que había hace unos años que se agarraban la minga?". Sí, a mí también se me quedó esa cara al oir la pregunta.
- "Anda, mira, copa gratis en [insertar nombre de club de alterne]. ¡Con lo caras que son!". Mejor pararle antes de que empiece a enumerar todas las tarifas.


El que saque el libro de instrucciones del mercado laboral se forra.

viernes, 17 de febrero de 2012

El proceso de creación de la noticia

Como cada viernes, me encuentro en proceso de creación. Los viernes son días chungos para los que trabajamos por la tarde, porque es bien sabido por todos que España echa el cierre el viernes a las 14.00-15.00 y no vuelve a abrir hasta el lunes por la mañana. Eso significa que lo que no hayas hecho el viernes antes de esa hora se queda sin hacer.

Y en estas estamos, intentando sacar material para un texto resultón un viernes por la mañana (ya casi entrado el mediodía). El proceso, por el momento, está siendo un poco decepcionante en lo que a esfuerzo-resultado se refiere. Sobre todo por la parte telefónica. Vayamos por partes:

10.30 - Anoche le pedí ayuda a uno de los mediojefes que rondan por la redacción. A las 10 de la mañana llega el mail con el resultado: tres números de teléfono. El móvil está cargando, así que le daremos unos minutillos más mientras voy recopilando información, tomando notas y esas cosas que hacemos los periodistas cuando decimos que vamos a investigar. También investigo (a petición de mi madre) si habrá tercera temporada de Sherlock.

11.20 - Llamo al primer número (un tío muy majete, por cierto). Le cuento mi problema y me dice que le llame en 10 minutos y entonces me dará otro número de teléfono.

11.22 - Llamo al segundo número y hablo con una ¿secretaria? ¿recepcionista? Le cuento lo que necesito, me mantiene un rato en espera y me pide que le deje un teléfono de contacto, que ya me llaman ellos porque no está la persona con quien debo hablar (se habrá ido a desayunar). Pues vale, a ver si es cierto. Como aún no me sé el teléfono de la empresa y no tengo las tarjetas a mano, le doy el personal. Verás tú como me llamen mientras hablo por el otro teléfono y la liemos.

11.24 - Decido ir en busca de una de mis tarjetas, que por algún sitio tienen que estar, para no tener que dar otra vez el teléfono personal.

11.25 - Llamo al tercer número. Esta vez sí me pasan con alguien útil, le hago las preguntas de rigor y consigo cosas bastante interesantes. Lamentablemente, el estupendo smartphone de empresa tiene una calidad terrible en el manos libres, así que desisto de grabar y acabo trabajando a la antigua usanza: boli Bic cristal (que escribe normal) y cuaderno de cuadros. Esto hay que pasarlo rápido a limpio o tendré que hacer una cuarta llamada a un criptógrafo.

11.34 - Llamo de nuevo al primer número, que me pasa un cuarto teléfono. Llamo a ese cuarto teléfono y me contesta una máquina de esas que te dan opciones. Como no me vale ninguna, me callo como una perra hasta que tengan a bien pasarme con un ser humano. Después de dos momentos musicales con algo que podría ser una especie rock extraño demasiado ñoño y demasiado melódico para un viernes a estas horas (con mis escasos conocimientos musicales, es la mejor descripción que puedo dar), consigo hablar con una persona, de sexo masculino para más señas. Vamos bien, porque mi objetivo es hablar con una persona de sexo masculino; la única pega es que no es ésta la persona de sexo masculino a quien debo preguntar. El amable caballero que ha cogido el teléfono pregunta por la persona con quien debo hablar pero tampoco está disponible en ese momento (otro que se ha ido a desayunar). Me piden un número de contacto y, esta vez sí, tengo a mano mi número "profesional".

12.00 - Me canso de esperar y me voy a la ducha, no sin llevarme los dos teléfonos al baño. A ver si invocar la 'Ley de Murphy' surte efecto.

12.20 - Invocar la 'Ley de Murphy' no surte efecto. Vamos a probar otra vía.

12.25 - Llamo de nuevo al primer contacto y le cuento la situación. Sí, ya sé que eso de chivarse está mal y no lo he hecho en 26 años y pico de vida que tengo, pero ahora lo necesito. Me dice que vuelva a llamar, que diga que voy de su parte y que le diga que tengo prisa porque tengo que terminar ya.

12.30 - Llamo otra vez al lugar de la centralita con la música rara. Paso otra vez por el proceso de la centralita, por los minutos musicales y por el chico que coge el teléfono. Y más minutos musicales.

12.36 - Cuelgo el teléfono después de hablar con el tipo con quien tendría que haber hablado en primer lugar. ¿Tanta pereza da mantener una conversación de cinco minutos para responder a cuatro preguntas?

12.38 - Llamo otra vez al primero (pobre hombre, tiene que estar hasta las pelotas de mí) para decirle que ya he podido hablar con el susodicho y darle las gracias. También decido que a los primeros que me han pedido el número les van a dar por saco y que, aunque la BBC diga que hay consultar tres fuentes, con que dos me cojan el teléfono ya tengo de sobra.

12.40 - Termino este post, me adecento (no puedo ir a trabajar con pantalón de pijama, aunque me gustaría) y me dirijo hacia la cocina, que para llegar a mi hora tengo que comer con horario alemán.

sábado, 4 de febrero de 2012

"Que os den"

Mi jefe (no el JEFE, sino el segundo de abordo) ha cogido la extraña costumbre de despedirse de la plantilla con un sencillo y sentido "Que os den" cuando se va a casa antes de que hayan salido los últimos redactores, entre los que habitualmente me encuentro (por aquello de tener que hacer cierres). Por muy jefe que sea, un día de estos nos puede pillar de mal humor y liarla parda pero hay que reconocer que al menos sabe salir de la situación con sentido del humor.


Ejemplo 1

Jefe - Que os den...
Redactores - ¬¬ (se oye cómo alguien desenfunda una katana al fondo de la sala)
Jefe - ... muy buenas noches a todos.


Ejemplo 2

Jefe - Que os den... una buena cena cuando volváis a casa.


Ejemplo 3

Jefe - Bueno pues...
Coordinador - ¿Que nos den?
Jefe - No, que os gusta.


Inundaciones y eso no tenemos pero al menos hay buen rollo.

domingo, 1 de enero de 2012

Operación Nochevieja

Después de no pocos desajustes, la Nochevieja se presentó con el mismo plan que otros años: ir a un barrio del este de Madrid, donde viven Gamab y dos de mis amigas, y salir por la zona de copas de allí. A priori no parece gran cosa, pero como este año tampoco me ha llegado la invitación al concierto de año nuevo de Viena (empiezo a sospechar que el cartero se queda con ellas) es lo que hay.

Pero el grueso de la "Operación Nochevieja" empezó con los preparativos.

Primera parte: ¿qué me pongo?

Lo de ser tres personas para un solo baño ya lo tenemos superado en esta casa. A lo largo de los años, ha habido tiempo de sobra para ensayos y errores y parece que ya más o menos estamos coordinados. Bueno, más o menos porque las madres, especialmente la mía, se rigen por la energía de la improbabilidad infinita y nunca sabes cuándo ni cómo te la van a liar.

Aún así, hay discusiones que son inevitables. Por ejemplo, la corbata de mi padre. El problema es que tiene que ir todos los días a trabajar con traje y corbata, con lo cual no le hace ninguna gracia salir también con lo que yo llamo "ropa de oficinista". Mi madre usa a veces el teléfono para chantajearnos, así que llamó a mi tía para enterarse de si mi tío llevaría corbata o no (sabiendo que sí) y hacer presión.

Madre - Pues éste no se quiere poner corbata. Es capaz de ir en calzoncillos.
Padre - Sí, pero rojos, que estamos en Nochevieja.

Por suerte no cumplió la amenaza.

Segunda parte: y yo con estos pelos

Arreglado el tema de la ropa, hay que peinarse. Saqué el rizador de pelo pensando que quedaría tan estupenda como Zoey Deschanel pero el resultado, de primeras, se parecía más a Soraya Sáenz de Santamaría, flequillo horrendo incluido. Menos mal que luego se arregló. Mi madre no sé qué intenciones tendría en un principio pero el resultado fue indescriptible.

Madre - Yo ya casi estoy.
Laura - Tendrás que peinarte.
Madre - Ya me he peinado.
Laura - No, en serio.
Madre - En serio.

Mejor no seguir, no quiero terminar el año discutiendo.

Tercera parte: a por uvas

Todos los años sobran uvas para comer fruta durante unos cuantos días más. Este año había 35, lo que significa que tocábamos a 11,33 uvas por cabeza. Bueno, más que uvas parecían... que sé yo, eran enormes y ahora no se me ocurre ningún símil. Para colmo, mi madre se empeñó en que este año no les quitaban las pepitas, sólo la piel.

Echamos las 35 uvas en un tupper y fuimos a casa de mis tíos, donde hasta las 21.00 no sabían que íbamos a aparecer por allí, a pesar de que mi querida madre había decidido esa misma mañana que nos tomaríamos las uvas todos juntos. Parece ser que era una decisión unilateral pero por suerte nos acogieron y nos dieron una uva de más. Claro, que se la podrían haber ahorrado.

Cada año he cumplido escrupulosamente con la tradición de las doce uvas y nunca han me han sobrado ni faltado ni he ido pillada de tiempo. Este año no fue así. Decidí que el reloj de la Puerta del Sol y yo tenemos ritmos diferentes, así que empecé el año cuando me pareció. Concretamente, cuatro uvas después que el resto de España (excepto Canarias). Como me salga bien 2012, pienso repetir la maniobra año tras año.

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No quiero cerrar mi especial año nuevo sin una mención especial, que es para los locutores que estaban de guardia en RNE. No es por la putada de trabajar en fin de año ni por solidaridad con otros medios de comunicación, es porque llevaban la madre de todas las tajadas. Según iba avanzando el programa se notaba cómo les costaba más leer y vocalizar. Por si fuera poco, hubo un momento en que se vinieron arriba y empezaron a poner congas. Me hubiera gustado averiguar tres cosas:

a) Cómo dieron las campanadas
b) La que tendrían montada en el estudio
c) En qué estado llegaron al final del programa